Claudina González Muñoz Asociada de Uhthoff, Gómez Vega & Uhthoff, S.C.
El desarrollo de sitios web que permiten la compra y venta de productos o servicios es visto por todo tipo de empresas (desde las micro y pequeñas hasta las transnacionales) como un excelente instrumento para promover sus productos y servicios, ya que las denominadas tiendas de e-commerce permiten que el consumidor tenga acceso a una amplia gama de productos sin necesidad de acudir físicamente a una tienda. Para el vendedor es una forma económica de poner en el mercado sus productos o servicios sin verse limitado por la territorialidad, los horarios y los gastos que conlleva una tienda física.
El creciente interés de los consumidores y usuarios por adquirir bienes a través de Internet ha hecho que este tipo de comercio se vuelva cada vez más popular. Con la popularidad de estos sitios web, también creció la duda respecto a cómo proteger y defender los derechos de propiedad intelectual, tanto del vendedor como del comprador y, en especial, del titular de las marcas involucradas en este método de compraventa.
En distintas asambleas de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual se ha discutido este tema y, aunque no se ha llegado a una conclusión concreta, se ha dejado claro que los principales problemas a los que se enfrenta este tipo de comercio son:
- la velocidad de los acontecimientos;
- el desconocimiento sobre las implicaciones y consecuencias de un mal uso de esta modalidad;
- el hecho de que el comercio electrónico se realiza a través de un soporte mundial que requiere coordinación y uniformidad de criterios aplicados por los diversos países.
El comercio electrónico o e-commerce está plagado de activos de propiedad intelectual, que van desde la propia página web (programas informáticos), la comercialización de marcas registradas, la compra y venta de música y videos musicales (copyright), hasta la concesión de licencias, por nombrar solo algunos.
En relación con la duda antes mencionada —que se deriva de los obstáculos que sufren a diario quienes administran un sitio de comercio electrónico y los problemas que ellos han enfrentado por el uso y distribución indebida de marcas, descarga de música o programas informáticos no autorizados, así como la venta de productos apócrifos, se ha planteado una respuesta parcial: la autorregulación.
Autorregulación
Las principales redes sociales que ofrecen la compra y venta de productos o servicios y tiendas de e-commerce han integrado, entre sus disposiciones y métodos de operación, un sistema de autorregulación para evitar violaciones de derechos de propiedad intelectual de terceros.
Uno de los mecanismos de autorregulación más usado, principalmente por sitios web como Facebook, Mercado Libre y YouTube, es el Notice and Take-Down, es decir, derivado de un reporte; ellos revisan la publicación y si, según su criterio, es violatoria de derechos de terceros, procederán a eliminar la publicación o a bloquear la cuenta del usuario.
Otros sitios de comercio electrónico como Amazon tienen mecanismos de autorregulación más complejos, que utilizan principalmente para evitar caer en responsabilidad compartida con posibles vendedores infractores en su plataforma. En este sentido, Amazon creó un registro de marcas, que sirve como plataforma para realizar búsquedas de imágenes y textos ya registrados en la zona geográfica donde se pretende vender el producto. Aunado a lo anterior, cualquier vendedor tendrá que tener una marca elegible, es decir, una marca que esté disponible para ser registrada o, por el contrario, si el producto que se pretende vender no es propiedad del vendedor, se tendrá que demostrar su legal adquisición o que se tiene una licencia de uso para comercializarlo. Es claro que Internet traspasa fronteras orgánicas y, por ende, también lo deberían hacer nuestras medidas de protección. Por esto, los mecanismos de autorregulación demuestran hoy en día ser una excelente herramienta, que en cierta forma responde a la duda planteada, ya que resulta una excelente alternativa para la protección de los derechos de propiedad intelectual, así como una herramienta que puede ser usada por cualquiera que posea y desee proteger sus derechos.
ABRIL/JUNIO 2018